sábado, 20 de febrero de 2010

Esmalte rojo.

Mientras el esmalte de uñas rojo se seca pienso en todo lo que podría haber conseguido si no hubiese sido tan cobarde, tan pequeña, tan tonta. Sentimientos como la timidez que hace que no te muevas, que no le hables, que te quedes sin respiración e incluso quieras morirte en ese mismo momento, que la tierra te tragase y que no volvieses a la superficie.
Timidez, cobardía. ¿Pero por qué no me dejaron tranquila en una, yo sólo pedía una tarde para dejarlo todo de lado y poder enfrentarme a ti? ¿Por qué? Por más que intentaba luchar contra estos sentimientos, no lo conseguía. Seguía haciendome pequeña y ridícula, y lo peor de todo es que delante de ti. ¿Tú te dabas cuenta de todo esto? Porque si realmente lo sabías, me da vergüenza pensar en todo lo que has visto después de un año. ¿Hace un año ya? Qué va, hace más. Hace más de aquel "si yo vengo ahora a esta clase él tiene que estar, sí, sí..." Y ahí estabas tú. Cuando empezó toda esta estupidez por una
estúpida estúpida, que en este caso soy yo. Soy estúpida, tonta, ridícula, cobarde, tímida, pero, sobre todo, enamorada. Y lo peor de todo es que de ti. Tú, que no te importa no hablarme porque no me necesitas. Que no te importan esos días en los que nos vemos por pura suerte. Que tampoco te importa si llegas tarde. Tampoco si llueve ni si llevas paragüas. Tampoco si te miro. Tampoco cuando te sonrío, aunque no te lo creas, ¡sí! es a ti. Ni tampoco te importa si yo sigo pensando en mis estupideces, mis tonterías. Todas ellas reinadas por ti. Claro que no te importa nada de esto porque no lo sabes. Sigues encerrado en ella. ¿Pero es que no la ves? ¿No te das cuenta de qué clase de persona es?
Claro que... Si no te das cuenta qué clase de persona es, ¿cómo te vas a dar cuenta de que existo? Y lo mejor de todo, que existo
¿para ti?



Sigo escribiendo y el esmalte ya se ha secado y no tengo por qué seguir.
Sigo escribiendo y esta vez es por ti.
Claudia

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