sábado, 20 de febrero de 2010

¡Si no merece la pena!
Cuando me digo esto a mí misma para autoconvencerme pienso:
¿Qué es lo que no merece la pena? ¿Él o el amor?
Me has fallado tanto.. No hay punzada más aguda que creer que conocías a una persona, creer que detrás de cada obstáculo iba a estar su sonrisa. Esa sonrisa que me duele tanto.. Fíjate, después de terminar todo, cuando ya hasta las cenizas han salido volando con la brisa de la bifurcación de caminos, aún no he podido decidir cuál de tus sonrisas me gustaba -me gusta- más: aquella de cuando me mirabas después de besarme, o la de cuando llegabas a mi casa, con el pelo alborotado, húmedo aún de la piscina y la piel cálida.

Y es que me termina llevando a la conclusión de que el único amor que merece la pena, el único que no te deja sola, recogiendo los retales de recuerdos, es ése que dura para siempre, ¿pero cómo puedo distinguirlo? ¿La única forma es caerme, caerme, caerme?
Por primera vez en mi vida lo reconozco: tengo miedo.

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